viernes, 11 de abril de 2008

Se viene el mundial de Sudáfrica


Una página muy completa es esta: http://www.futbolmundial2010.com/

También hay información en: http://es.wikipedia.org/wiki/Copa_Mundial_de_F%C3%BAtbol_de_2010

Argentina, primer subcampeón y ganador dos veces (1978 y 1986) tiene que cruzar con éxito las eliminatorias.

Tiene 102 goles a favor, y 72 en contra. 30 partidos ganados y solamente 19 perdidos.

En su primer mundial en Uruguay ganó 6 a 1 a Estados Unidos.

Su gran rival es Brasil que ganó 5 copas mundiales 1962, 1970, 1958, 1994, 2002 con 191 goles a favor. Con Pelé ganó 3 mundiales, el de 1958 venciendo por goleada a Suecia en la final (5x2) Su peor derrota en 1950 cuando luego de vencer por 7 a 1 a Suecia perdió la final en un Maracaná que quedó chico frente a “garra charrua” Uruguaya por 2 a 1.

El máximo goleador argentino en un mundial fue Stábile con 8 tantos y el de Brasil fue Ademir con 9.

Uruguay desde el “Maracanazo” no volvió a ganar una copa mundial.

Holanda a pesar de haber tenido selecciones goleadoras y de jugar muy bien al fútbol debió chocar varias veces con las selecciones de los países que organizaban el mundial y quedó eliminado.

Italia es la selección europea con más lauros y partidos ganados.

España tampoco pudo obtener una copa mundial.

jueves, 10 de abril de 2008

Brujería en el fútbol platense


En La Plata, en los últimos años, se habla constantemente de brujerías en el fútbol.

Se habla de un “hechizo” que dicen que empezó con una señora vidente que vivía frente a plaza Rocha. La señora se desmayó en la cercanía del bosque platense allá por fines de 1996 y fue ayudada por 2 hinchas “triperos” que iban a presenciar el partido más convocante de aquella ciudad. Los muchachos que la auxiliaron desconocían los supuestos poderes de la mentalista. Aquel clásico lo ganó el conjunto albirrojo por 3 a 0. Parece ser que la señora fue visitada luego por los 2 jóvenes que se habían perdido parte del partido y que venían tristes por el resultado. Muy agradecida la parapsicóloga - que no entendía mucho de fútbol - les obsequió unas cenizas vegetales que debían esparcir y enterrar en los jardines de su estadio…A partir de allí, crease o no: Gimnasia cada vez que jugó en su estadio ganó o empató pero nunca más perdió con Estudiantes.

Pasaron 10 años para que el equipo tripero jugara un clásico de local fuera de su casa y…entonces cambio la historia: a partir de allí todos fueron sinsabores.

Pero en la otra vereda dicen que un brujo es quién desde que Estudiantes se mudó al nuevo estadio único, llevó a cabo hechizos que le permitieron al equipo de Verón obtener un campeonato de primera y aplastar en el clásico a Gimnasia por un 7 a 0 inapelable.

“10 años sin perder el súper clásico platense”. “Un 7 a 0 e invictos desde que se mudaron”…son casos demasiado extraños en un clásico que los periodistas deportivos aseguran que ha sido históricamente muy parejo. El embrujo pincharrata está, según dicen, sepultado en el cemento del estadio único, esto ocurrido en la última etapa de construcción. Es imposible sacarlo sin tener que romper parte del cemento. Dicho embrujo perjudica a un equipo y beneficia al otro en igual medida.

¿Es creíble?

Las duras derrotas dejan como saldo que el promedio actual de Gimnasia lo llevaría a descender de la primera categoría.

Estudiantes conquistó un torneo luego de muchos años y cortó la racha de 10 años sin ganarle a Gimnasia en condición de visitante con un inolvidable 7 a 0 y varias victorias más. ¿Sólo coincidencias?

Maldición política o política maldita

El estadio único, nació y creció en la polémica y también tuvo su “maldición” para los políticos, ya que todos aquellos políticos que lo apoyaron sufrieron derrotas electorales: “Chiche” Duhalde - aseguran que fue una de las propulsoras del moderno estadio- ; Eduardo, su esposo que por esta “maldición” vio como se postergaba el estreno del mega-estadio y fue de invitado y no como gobernador, como él lo deseaba públicamente; también el intendente Platense Julio Alak y ni hablar del verborrágico: Jose Muñoz, el polémico ex-presidente del Club Gimnasia, que luego de decidir que el hechizo del estadio de Gimnasia no era tal y entonces llevar al equipo tripero a jugar al “único”, perdió dos elecciones seguidas (por vocalías y como presidente).

La actual presidenta de la República, cuando estaba en campaña, dicen se negó a efectuar un acto en el estadio único (y ganó) y se sabe que ningún político se atrevió, hasta ahora, a miting político alguno en dicho lugar.

Maldiciones. Brujerías. ¿Quién cree? Las coincidencias son muchas y los números hablan por sí solos.


martes, 8 de abril de 2008

Nacimiento, Historia y anécdotas del Fútbol


El fútbol fue jugado por primera vez en Egipto, como parte de un rito por la fertilidad, durante el Siglo III antes de Cristo. La pelota de cuero fue inventada por los chinos en el Siglo IV antes de Cristo.

En la Edad Media hubo muchos caballeros obsesionados por los juegos con pelota, entre ellos Ricardo Corazón de León, quien llegó a proponer al caudillo musulmán Saladino, que dirimieran sus cuestiones sobre la propiedad de Jerusalem con un partido de pelota.

Los griegos y los romanos practicaron el fútbol, y estos últimos los llevaron a las islas británicas. El fútbol moderno tuvo su origen en Inglaterra en el Siglo XIX. Pero su nacimiento es muy anterior, puesto que los juegos de pelota practicados con el pie se jugaban en numerosos pueblos de la antigüedad. El Harpastum romano es el antecedente del fútbol moderno, y se inspiró en un juego griego que utilizaba una vejiga de buey como pelota. Los romanos, en época del imperio, llevaron a Britania este juego, donde -según datos legendarios- se practicaba una especie de fútbol nativo.

Los Mundiales

El 26 de Mayo de 1928, el Congreso de la Federación Internacional de Fútbol Asociado, ubicado en Amsterdam, decidió, organizar una competencia (la Copa Mundial) de todas las naciones afiliadas. En 1930 se realiza en Uruguay. La Selección Uruguaya es Primer Campeón Mundial de Fútbol, tras vencer a la Selección Argentina por 4 a 2.

De los puntos más resaltantes de la historia de la Copa Mundial tenemos como país que ha estado presente en todas las fases finales desde 1930, a Brasil.

Entre personajes destacados esta Fontaine, Francés quien tiene el récord de más goles marcados durante una fase final, obtenido en el mundial de Suecia en 1958. Y Edson Arantes do Nascimento, Brasileño, conocido en todo el mundo como PELÉ: como el único jugador que ha participado y ganado en tres Copas Mundiales, 1958, 1962 y 1970.

Cada cuatro años un Mundial, por eso cuatro historias de fútbol y Fulbito interesantes:

ANTONIO UBALDO RATTÍN, ese mítico Nº 5 de Boca de los años ‘50 y ‘60, nunca tuvo empacho en decir que Néstor Rossi (símbolo riverplatense) era su ídolo, que lo admiraba por su forma de manejar la pelota y administrar los partidos. Por eso, cuando en la tarde del 9 de setiembre de 1956 Mario Fortunato, que era técnico de Boca, lo puso en primera nada menos que para enfrentar a River, lo primero que hizo al entrar a la cancha fue pedirle a un fotógrafo que le sacara una foto con el legendario Pipo. A los pocos minutos, trabó fuerte a Rossi y lo mandó al piso. Y el número cinco millonario, mirando desde el suelo al recién promovido centromedio boquense, le dijo: “A no, flaco, empezamos mal. No me jodas más porque le digo al fotógrafo que tire el negativo.

En 1977 el Boca de Juan Carlos Lorenzo lo tenía a mal traer a River y ÁNGEL LABRUNA, técnico de los millonarios, se moría por ganarle al exitoso equipo. En la semana previa al partido, Don Angel apareció en la concentración con un amigo al que presentó como “fana de Boca, que “me tiene podrido insistiendo apostar plata a mano de ellos”. El técnico motivó a sus jugadores y organizó una “vaquita para jugar contra el bostero recalcitrante”. La cosa es que River ganó ese clásico por 2-1 con un gol sobre la hora de Pedrito González. Y como recuerda el “Negro” Juan José López, “a la alegría del triunfo se sumaron los pesitos de la apuesta ganada”. Al poco tiempo, los jugadores se enteraron que “el amigo boquense de la apuesta” había sido un invento de Labruna para motivar al plantel. “Con tal de ganarle a Boca, él solo se bancó la apuesta”, recordó López.

DIEGO ARMANDO MARADONA (El 10 más Grande)

El mejor jugador de futbol de la historia, su magia comenzó así:
Se probó en Los Cebollitas, formación infantil de Argentinos Juniors, el 5/12/70. Un amigo suyo de Villa Fiorito, Goyo Carrizo, se lo presentó al entrenador, Francis Cornejo.

"¿Estás seguro que tenés 10 años?", preguntó Cornejo. Y él ni documentos tenía para demostrarlo. Sólo un talento sin edad.
Los Cebollitas estuvieron 136 partidos invictos y están en la leyenda…Una anécdota del Diego que contó en ESPN:

Estábamos jugando River-Argentinos Juniors en cancha de Huracán y salgo gambeteando a dos defensores y me queda Roberto (Perfumo) de último, cuando el foul como último recurso no era expulsión. Se la tiro adelante y... ¡me pegó una patada!, creo que me pegó en la pierna, en el tobillo, en el pecho, porque yo me iba directo al gol. Entonces, claro, yo estaba ante Roberto Perfumo “el mariscal”. Él viene, se me acerca y me dice: "¿No es cierto nene que no te hice nada?". No, por favor, le dije. Casi le pido disculpas yo. (El Diego)

Antes de “Yupanqui”: ANÉCDOTA DE LA HINCHADA MÁS IMAGINATIVA:

SAN LORENZO. Jugando en la B en Liniers, 23.000 sanlorenzistas y unos 400 hinchas de Defensores de Belgrano le cantaron a los “dragones”: “esa es la hinchada de Camerún”. Caloi había impuesto el hincha de Camerún, solito en la tribuna…

Un mendigo del buen fútbol


MONTEVIDEO (De un enviado especial).- El hombre acude puntual a la cita. Llega apurado, agobiado por el calor en una ciudad que no da respiro. Entra, saluda a los pocos parroquianos que hay en el lugar, pide un café y se sienta a la mesa. El que está enfrente de quien escribe es el uruguayo Eduardo Galeano, escritor, periodista y amante del fútbol, todo en idénticas proporciones.

La charla deambula, recorre esta pasión rioplatense, sus virtudes, sus defectos, pero comienza por cuestiones básicas:

-¿Cómo se enamoró del fútbol?

-Supongo que fue durante el embarazo de mi madre. Pero no recuerdo a qué altura. Sé que cuando nací, lo hice gritando gol, lo que no tiene nada de raro en este país. Todos los bebes uruguayos nacen gritando gol. Y por eso las maternidades son acá lugares muy ruidosos, con toda esa gurisada recién nacida que grita gol. No fui nada original en esa pasión ni lo soy ahora. El fútbol es una pasión colectiva en el Uruguay casi sin excepciones. Es una religión que no tiene ateos.

-¿Y de Nacional?

-Mi viejo era muy de Nacional y supongo que me transmitió esa fiebre. Pero la verdad es que yo soy cada vez más hincha del fútbol y cada vez menos hincha de mi club. Me he convertido en un mendigo de buen fútbol y con el paso de los años cada vez me importa menos de qué color es la camiseta del jugador que brinda belleza en el campo.

"Y eso -explica- me coloca en una posición privilegiada para disfrutar del buen fútbol, porque me permite disfrutar más allá de las telarañas que el rencor, la mezquindad, te colocan delante de los ojos para impedirte ver. Como le sucede al hincha cuando se convierte en fanático, que no es capaz de ver lo que de bueno puede hacer el rival. El adversario queda demonizado en la misma medida en que se diviniza el propio equipo".

Sin embargo, esa pasión por el fútbol no se reflejó en la habilidad de Galeano para este deporte. A pesar de que se define como un mal jugador, admite que, cuando era chico, quiso ser futbolista. "Quería ser jugador de fútbol, como corresponde a todo uruguayo de ley. Jugaba en el barrio del Buceo, al borde del agua, a la orilla de lo que nosotros llamamos mar, en la arena o en los pastizales de la costa; ahí jugué toda mi infancia y siempre muy mal. Siempre fui pésimo, un patadura total", reconoce.

Toma una vez más una servilleta de papel y se seca la frente y la calva. Pasajero alivio para el sofocante calor que se vive, que se transpira. Recompuesto, se mete de lleno nuevamente en la charla.

Las críticas hacia el fútbol parten desde varios frentes. Y Galeano les responde con la misma pasión que siente por este deporte. "El otro día leí unas páginas indignadísimas de Umberto Eco contra el fútbol, en las que él lo descalifica porque se ha convertido en un objeto de consumo, o sea, se practica cada vez menos y se mira cada vez más. Pero con ese criterio, bien se podría descalificar al teatro, o a la música, o a la danza, o a la propia literatura, que tiene muchos más lectores que escritores", responde. "Para mí el fútbol es una de las innumerables expresiones de cultura, en la medida en que expresa la identidad colectiva. Dime cómo juegas y te diré quién eres".

Y continúa la defensa: "El fútbol tiene mucho de fiesta, y está ahora injustamente asociado con la violencia. Como si los matones que ejercen la violencia usando el fútbol como pretexto estuvieran autorizados para desautorizar el fútbol. Es como la fábula de Leonardo da Vinci en que narra la indignación del vino frente al borracho, porque el borracho le falta el respeto. El que se emborracha lo hace en nombre del placer que el vino da. Lo mismo pasa con el fútbol".

"El violento en el fútbol es violento en cualquier lado. Es como echarle la culpa de la fiebre al termómetro. La violencia encuentra en el fútbol un vehículo de desahogo, que a veces convierte a las canchas o a las tribunas en un campo de batalla. Pero el fútbol es mucho más que eso", responde.

La entrevista cambia de rumbo, casi naturalmente. No importa qué tema se aborde.

-¿Cuáles eran sus ídolos en su juventud?

-Tenía algunos, sobre todo los de Nacional. Entre ellos, un argentino inolvidable, que venía de San Lorenzo, Rinaldo Martino. Pero tenía también como ídolos a jugadores enemigos, los de Peñarol, y fue ahí donde me di cuenta de que como hincha venía fallado.

"Admiraba, por ejemplo, a Schiaffino. Yo estaba obligado a odiarlo y sin embargo lo valoraba", dice, reconociendo la traición hacia sus colores.

"Y yo creo que el gran símbolo del fútbol uruguayo también está entre los enemigos: Obdulio Varela. No sólo por jugador, sino por los valores que representaba. Era un hombre muy digno, muy leal, muy valiente, que tuvo actitudes insólitas. Peñarol fue uno de los primeros equipos que tuvo publicidad en la camiseta y él se negó a llevarla. Salían los demás con la publicidad y él, nada. Decía: 'Ya se acabó el tiempo en que a los negros nos llevaban de una argolla en la nariz".

En la voz de Galeano se percibe la nostalgia por aquellos buenos tiempos del fútbol uruguayo. Varela, figura en el Maracanazo de 1950, es el tema recurrente: "Obdulio, que no festejaba los goles por no ofender al rival, fue la última realización de ese fútbol capaz de nobleza. No sé si ahora se podría dar un jugador como él".

-¿Por qué?

-A medida que el fútbol se va profesionalizando más y más, se convierte en industria del espectáculo, con reglas muy feroces para sus protagonistas, se van haciendo más raros los espacios de libertad, de dignidad, de fantasía, que resultan sacrificados por la rentabilidad del negocio, como en otros órdenes de la vida también.

"Hay, además, una tendencia a la concentración de poder, en el fútbol y en todo lo demás, y la FIFA es una expresión de la organización internacional del negocio, con un poder muy concentrado cada vez en menos manos.

-¿Y qué tiene entonces el fútbol para seguir atrayendo a todo el mundo?

-Si bien a veces es horrorosamente mediocre, aburrido y espantoso, tiene capacidad de belleza, lo cual lo hace un deporte con capacidad de arte, tiene energía de arte.

El momento de la despedida está cerca. El calor de Montevideo nos espera afuera. Pero antes, como al pasar, Galeano devela otra de las causas de la atracción del fútbol. "Lo bueno que tiene el fútbol es la capacidad de sorpresa, de asombro, y ése es un ingrediente fundamental. Si no fuera por esa capacidad de asombro, que es objetivamente contradictoria con la gran máquina millonaria del fútbol como negocio, esa maquinaria naufragaría".

Rinaldo Martino Rosarino, nacido en 1922, se caracterizó por su gambeta, su velocidad y su precisión; jugó para San Lorenzo (campeón en 1946), Boca, Juventus y Nacional. Integrante del terceto de oro, en el club de Boedo, junto con Farro y Pontoni.

Juan Alberto Schiaffino

Nació en Montevideo, en 1925. Los toques de primera y los pases precisos fueron su juego fuerte. Jugó en Peñarol, Milan y Roma, y convirtió el primer gol en la final con Brasil en el Mundial de 1950, que ganó Uruguay por 2 a 1.

Obdulio Varela

Oriundo de Paysandú, Uruguay (1917), fue la figura y símbolo del equipo uruguayo del Maracanazo del 50; jugó en Wanderers y Peñarol. Hacía del medio campo su territorio. En su carrera ganó cinco Ligas (44, 45, 49, 51 y 54).

domingo, 6 de abril de 2008

Se agrandó Chacarita


Homenaje a "Chaca" y al rosarino canalla, inventor de Inodoro Pereyra y GENIO NACIONAL: ROBERTO FONTANARROSA. Texto: “Se agrandó Chacarita”.


Qué linda es la camiseta de Chacarita! Es más, si algún día me hacen uno de esos tontos reportajes llamados “ping-pong”, cuando me pregunten por “una camiseta”, diré: “La de Chacarita”. Es la que más me gusta con la excepción, lógicamente y por razones claramente sentimentales, de la de Rosario Central. Pero la de Central, incluso desde un punto de vista directamente objetivo, es una linda camiseta. Es alegre, festiva, divertida. Cuando el equipo sale a la cancha y el sol pega de lleno sobre esa camiseta, la auriazul reluce como si fuera de chapa esmaltada.

Pero la de Chacarita tiene, si se quiere, un toque de sofisticación, de ingenio. Y yo creo que ese toque reside en esa línea finita, blanca, que se ha colado entre las rojas y negras más anchas y prepotentes. Esa línea delgada y blanca aporta un trazo, de distinción, brinda luz, relieve, cierto brillo. Tiene algo de capricho, además, al ser mas finita que las otras y marca la diferencia, por otra parte, con las miles de vulgares camisetas a franjas verticales de sólo dos colores. Y lo hace, puntualicemos, en la medida justa, sin complicar la imagen de la divisa funebrera al punto de convertirla en una señal de ajuste televisiva o en un simple código de barras. Y es, por sobre todas las cosas - y a eso quiero llegar, mis amigos -, una camiseta de fútbol, una pura y elocuente camiseta de fútbol. Hay muchas otras, las de un sólo color pleno (Europeas, más que nada), que sirven para jugar al fútbol pero que también servirían, tranquilamente, para ir al cine o a una velada danzante. Usted, mi amigo, por ejemplo se pone la camiseta roja del Deportivo Español, por mencionar una, o la granate de Lanús y la acompaña con unos pantalones grises y un saco blanco y ya luce un “elegante sport” para la reunión de gala. Hasta la de Ferro, con una corbata al tono, lo haría pasar por un golfista de relieve o por un yatchman que disfruta de una ocasional noche en tierra. Pero si usted se pone la del funebrero, aún con un saco encima, y hasta con un chaleco, no faltará la dueña de casa que lo reciba diciendo “Caramba, ingeniero, se nos ha venido con la camiseta de Chacarita”.

Por otra parte, y afortunadamente, los asesores de imagen del club funebrero nunca han profundizado demasiado en el tentador tema macabro, distintivo de la entidad. Los yanquis, seguramente, reyes del merchandising, ya hubiesen lanzado al mercado una camiseta plagada de calaveras sonrientes, o con reproducciones de los esqueletos del grabador mexicano Guadalupe Posadas.

Esa camiseta, esa maravillosa camiseta de la estratégica rayita blanca, dio la vuelta olímpica en el año ’69, en cancha de Racing, cuando el equipo funebrero le ganó la final a River por 4 a 1. Fue, por cierto, el equipo del pueblo, el equipo de todos los que no eran hinchas de aquellos conjuntos con posibilidades de conquistar en título (Boca, River, Racing) querían ver campeón. Incluida, por supuesto, la hinchada canalla, ya que por uno de esos inexplicables amores surgidos entre parcialidades mantiene un poquito de amistad con la de chacarita. Pacto que se manifiesta en esa suerte de ronda infantil que cantan ambas al unísono, para la emoción de los corazones sensibles: “vea, vea, vea / que cosa mas bonita / las dos hinchadas juntas / de Central y Chacarita”.

Armado por Argentino Geronazzo pero conducido durante todo el año ’69 por Federico Pizarro, chaca era un equipo donde se mezclaban en dosis sabias la lucha, el esfuerzo y el talento. El esfuerzo, por ejemplo, podía estar representado en Puntorero, un morocho flaquito, magro y fibroso que, de no conocer uno de sus orígenes, podría pensar que se trataba de un maratonista keniano, por aspecto y por despliegue. Puntorero era incansable, infatigable e imperecedero. Pero, además, hábil, técnico, capaz de recuperar la pelota y generar juego, colaborador permanente de cuanto compañero lo necesitara. Algo oscuro, son el brillo del goleador o del talentoso, la fama lo había atrapado, sin embargo, tiempo antes, cuando jugaba en Atlanta, por una alternativa del fútbol que no suele darse con demasiada generosidad: fue la figurita imposible de conseguir en una colección muy exitosa por aquella época.

Recúpero, combativo, mañero, complicado, que seguiría su carrera en Colombia, era exponente, junto a Poncio, de la lucha. Orife, en tanque Neumman e, incluso, Franco Frassoldati, un lateral famoso por salvar goles sobre la línea y convertirlos en el arco contrario, significaban el gol. Y Marcos, la habilidad pura, la imaginación, la fantasía, pero con mas orden y menos locura que otros altos exponentes de los punteros derechos.

Chacarita del ’69 fue, en suma, el sueño del pibe. Fue aquella historieta “Tucho, de canillita a campeón” hecha realidad, la utopía de mezclarse entre los grandes para terminar ganándole una final a River con goleada y baile, llevada a cabo. En definitiva, un tiro que, como diría el recordado Fidel Pintos, sonó para el lado de la justicia.

Roberto Fontanarrosa